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viernes, 6 de noviembre de 2009

"Marca"

Era tan solo una niña cuando Zoé vivía en un rancho a las afueras de la ciudad de Morelia, era una niña feliz y plena, le gustaba mucho aquel lugar pues sus padres pasaban mucho tiempo con ella.

Cabello largo, de tez blanca, divertida, amable y con tan solo nueve años de edad, tenía una actitud muy madura para su edad. Le gustaba jugar, leer y ayudar a sus padres en los que pudiera.

Sus padre la adoraban mucho y ella era feliz, su madre aunque tenia cinco meses de embarazo la tenia muy bien jugaban a cualquier juego y en las noches que su padre llegaba del trabajo le contaba historias maravillosas del mundo.


Un día de abril su madre se sintió mal y su padre tuvo que llevarla al hospital del pueblo, así que ella se quedo sola en casa pensando en su madre y hermano. No podía jugar se sentía demasiado preocupada como para hacerlo.

Mas tarde vio a su padre entrar solo a la casa ella pregunto - ¿y mama? - … su padre busco las palabras adecuadas para poder explicar a su pequeña hija y dijo – hija te tengo una mala noticia, tenemos que irnos a la ciudad a que atiendan a tu madre, esta muy mal, reúne unas cuantas cosas pues nos quedaremos en el departamento de allá.-

Zoé, triste, porque no los gustaba para nada la ciudad, reunió alguna de su ropa y algunas muñecas – no creo que nos quedemos por mucho tiempo.- pensó.

Su padre la llamo, subieron al auto y pasaron al hospital a firmar unos papeles. Su madre iba en una ambulancia y ella con su padre en el auto, durante media hora de camino no hablaron, a Zoé se le hizo un poco extraño, pero entendible, por que siempre su padre le contaba muchas cosas del mundo que conocía, debía ir muy preocupado por su padre y hermano.


Cuando llegaron al hospital ya estaban atendiendo a su madre, ella se sentó en la sala de espera mientras su padre hablaba con el doctor. La volteaba a ver constantemente no debían ser buenas noticias, pues la cara de su padre reflejaba preocupación y tristeza.

Cuando por fin terminaron de hablar, Zoé se acerco a su padre, éste la abrazo calidamente y empezó a llorar, ella extrañada le pregunto que si pasaba algo malo con su madre, el entre llantos le dijo que su hermanito había muerto.

Ella no supo como reaccionar, amaba a su madre y podría decir que amaba a su hermano, aunque no lo conociera aun, pero supo debía llorar, pues en ese momento era el único apoyo y consuelo que sus padres tenían.


Paso las siguientes noches en el departamento de Morelia, a ella no le gustaba aquel departamento, le gustaba estar en la casa del rancho.

Cuando su madre por fin salió del hospital, Zoé la recibió con un pastel que le había horneado, estaba feliz de volver a ver a su madre, sin embargo su madre estaba demasiado triste para emocionarse, había caído en una gran depresión.

Ya no jugaban, no sonreían, su madre solo se la pasaba en cama. Zoé quería regresar a casa, quería volver a ver feliz a su madre. Fue una noche decidida a preguntar a su padre que si que era lo que pasaba, el en tono de regaño le dijo - hija por favor, son cosas de adultos no te metas, mejor ve a jugar con tu muñecas.- jamás le habían respondido de aquella manera, se sentía mal empezaba a sentir el rechazo de sus padres.


A la mañana siguiente su madre se levanto de la cama muy temprano junto con su padre, pensó que talvez se les había pasado el mal humor. Fue rápido hasta el cuarto y les dio los buenos días, ellos respondieron su mucho animo, su madre le dijo – empezare a trabajar hoy en la oficina donde tu padre encontró trabajo.- ella ni siquiera sabia que su padre había conseguido un nuevo trabajo, pensaba que todavía iba al rancho a trabajar – y mañana empezaras a ir ala escuela que esta aquí cerca del departamento, por que de hoy en adelante esta será nuestra casa.- le dijo su madre, la pequeña respondió - no quiero asistir a esa fea escuela, tampoco quiero que trabajes y quiero devolverme a mi casa esta no lo es.-

Paso toda la tarde sola jugando con las muñecas y pensando en como seria su primer día de escuela en esa extraña ciudad, aunque le parecía hermosa no quería vivir ahí…

Le habían pasado tantas cosas en tan solo una semana, y se pregunto sobre lo que le esperaba mas adelante.


Al día siguiente su madre la levanto muy temprano, en los últimos días era común que estuviera de mal humor. Sobre una mesita estaba su nuevo uniforme talvez su madre lo había colocado ahí la noche anterior, se lo puso y bajo a desayunar, desayuno sin ganas y trato de decirle a sus padre que no quería ir ala escuela, pero ya era normal que no escucharan nada de lo que dijeran. Su madre le informo que iría sola a la escuela porque ya era un poco tarde y ellos tenían que llegar al trabajo, no le agradaba la idea de ir sola a esa escuela extraña.

Camino lo mas despacio que podía, pensó que talvez no la dejarían entrar por llegar y tarde y así fue. Camino por un rato no sabía a donde ir casi no conocía la ciudad no quería ir al departamento, no le gustaba, pero a donde iría casi no traía dinero y empezó a sentirse perdida así que dio la media vuelta y regreso por donde vino.

Llego al departamento y dudo en abrir la puerta, que tal si sus padres estaban ahí pero luego reflexiono que no estarían durante todo el día. Paso todo el día ahí entre jugando con muñecas y viendo algunos programas de la TV abierta, su madre le dejo sopa en la estufa y eso fue lo que comió. Ya era muy noche y sus padres aun no llegaban, se empezaba a preocupar y en eso entraron por la puerta; ella feliz de verlos corrió a abrazarlos pero en vez de un abrazo como respuesta recibió regaños del porque estaba aun despierta si mañana tenia que ir a la escuela.


Así paso varios días sin hablar con sus padres y sin ir a la escuela no le apetecía hacer nada, nada que no fuera jugar con sus muñecas, ver TV y dormir, estaba perdiendo su infancia y su felicidad.

Un día muy temprano su madre recibió una llamada de su hermana diciendo que su hijo quería ir a estudiar la universidad en Morelia pero que no tenía con quien quedarse, su madre sin pensarlo le dijo que se quedara en el departamento, pues había una habitación de sobra donde él se podía quedar.

Zoé casi no lo conocía, sabia que se llamaba Paúl y solo lo había visto como dos veces en reuniones familiares, pues vivía en Sinaloa.

En el fin de semana siguiente, paúl ya estaba en el departamento instalándose en la habitación junto a la suya, sus padres estaban felices de tenerlo ahí pues así tendrían a alguien que estuviera por la tarde en la casa para vigilar a Zoé.

Casi no le hablaba, no se sentía a gusto con el, no le inspiraba confianza talvez seria por que no lo conocía. El era alto, delgado y moreno, tenia unos veinte años se veía, ese veía amable con sus padres.


El lunes era día de escuela se levantaron todos temprano, ya había pasado una semana desde que Zoé no asistía a clases, hizo la misma rutina que hacia todas las mañana, solo que estaba vez al regresar al departamento no estaba solo como las veces anteriores, estaba su primo Paúl.

Al ver que Zoé iba entrando le pregunta - ¿y tu que haces aquí, no deberías estar en la escuela? - no lo esperaba encontrar ahí pensó que se iría ala universidad, debía estar en la universidad pues lo vio salir del departamento – pues no tuve clases – dijo pensando muy bien en la palabras. – Claro que no fuiste, yo no te vi que entraras – se sorprendió mucho la había seguido, no había duda alguna de eso. – porque me seguiste hasta la escuela. – Dijo molesta, - yo seré como un hermano para ti, te enseñare lo bueno y lo malo de las cosas.-

Estaba extrañada, jamás pensó en un hermano mayor y francamente no le importaba tener uno. El se acerco y le quiso dar un abrazo pero ella lo rechazo; no lo sentía sincero, el tenia algo que le daba demasiado miedo no sabia que era y se sentía rara estando cerca de él, era por eso que siempre lo evitaba.


No decía lo que sentía a sus padres pues ya era común que no le pusieran atención.

Al día siguiente hizo la misma rutina deseando que Paúl no estuviera en el departamento, pero al abrir la puerta se dio cuenta que no había vuelto a ir a la universidad.

Él se le acerco y le hizo el mismo cuestionamiento del día anterior, ella asustada le dijo que a el no le importaba lo que hiciera con su vida, no tenia ninguna derecho de seguirla y mucho menos le interesaba tener un hermano mayor. Enfurecido, trata de tomarla pero ella se suelta, haciéndose ver ejercicios de respiración para calmarse le dice – siéntate, mira Zoé entiende yo no te quiero hacer ningún daño, por el contrario te quiero cuidar. – ese no era el tono de un hermano amoroso, había algo en su voz, no sabia que era, no le agradaba, incluso le daba asco.

La miro a los ojos, trató de esquivar la mirada pero estaba demasiado cerca de ella como para hacerlo, entonces siente como su mano empieza a tocarle el muslo casi llegando a la ingle, eso no estaba bien no era una cariño de hermano había demasiada perversión en él, la vio a los ojos y le apretó con mas fuerza y desenfreno. Asustada se libera de las garras de aquel animal y corre a su cuarto. Estaba demasiado confundida, se sentía muy sucia no quería volver a salir de su cuarto y menos verlo pero sabia que eso seria imposible, vivían en la misma casa, sus padres no le creerían, pensarían que era imaginaciones suyas pero no era así.


En toda la tarde no pudo quitarse la sensación de su mano, se baño, se limpio con alcohol, se volvió a lavar pero seguía sintiéndose muy sucia y sabia que eso no era normal, así que espero a Paúl no la viera y salio de su cuarto, había ido por cloro al patio de su casa sin pensarlo se vacío media botella en la su pequeña y blanca pierna.

Sabia que se había desinfectado, pero por que seguía sintiéndose sucia no lo entendía, era demasiada repulsión, mucho asco; entonces en un punto de desesperación fue a la cocina por el rayador de queso y se encerró en su cuarto, si no se podía quitar esa marca de las formas que lo había hecho talvez quitándose la piel lo lograría, dejar de sentir ese asco, dejar de sentir su mano. Empezó a rayarse la pierna, empezó a sentir un inmenso dolor pero sabia que era la única forma, la sangre le empezaba a brotar al igual que las lágrimas, recordada como su mano lujuriosa tocaba su pierna y mas asco le daba, empezaba a rayar con mas y mas fuerza, el cuarto estaba lleno de piel y de sangre.

Llego a un punto de desmayarse, era mucho el dolor.


Sus padres la encontraron tirada en la alfombra ensangrentada de su cuarto pues que tuvieron que entrar por que no respondía al llamado de la cena. La llevaron al hospital pero al despertar no quiso hablar de lo que había pasado, Paúl se hizo el occiso dijo que pensó que jugaba en el cuarto.

Era muy niña para entender muchas cosas apesar de su mentalidad madura que día con día iba perdiendo.

El suceso no sirvió de mucho, sus padres seguían sin ponerle atención y ella seguía faltando a la escuela, regresando al departamento esperando que Paúl no estuviera ahí; así fue los primero días pero un día ahí estaba otra vez esperándola, trato de seguir y no prestarle atención pero el la intercepto y le dijo que no tuviera miedo pues no le haría nada malo. Empezó a abrazarla, tocarle las manos y besárselas – ¡que bonita eres! – le dijo. Desesperadamente trato de quitarse, pero no le soltaba las manos, las seguía acarician – es un animal asqueroso – pensó. Cuando por fin pudo soltarse corrió a su cuarto, le daba muchísimo asco no sabía que hacer, ni que pensar, ni que decir.

No podía quitarse de la mente cuando la tocaba y la besaba sabia que iba a ser peor después pero no podía ir a esa escuela no quería, así como tampoco quería estar ahí.

En un intento desesperado por quitarse “la marca” pensaba ella, lavo sus manos con todo lo que podía encontrar en aquella casa, agua, jabón, cloro, distintos desinfectantes de baño, entre otras cosas. Tomo la decisión de esterilizarse las manos, había visto en Internet una forma en Internet de hacerlo con utensilios de cocina, era calentándolos en el fuego; así que se dirigió a la cocina, prendió la estufa y puso sus manos sobre el fuego. Sentía como el fuego la consumía, le dolía pero sabia que era la única forma de poderse quitar “la marca”, el fuego iba comiéndole poco a poco la piel esa piel tan suave y tersa de una niña, no aguantaba el dolor era demasiado pero no debía quitarlas tenia que dejarlas ahí por algunos segundos mas, ya casi estaba listo.

De repente no sintió nada solo sintió como una mano la sostenía, vio sus manos quemadas y perdió el total conocimiento.


Tardo varios meses para recuperarse de esas heridas talvez su primo ya no le insinuaba nada, había aprendido la lección y talvez sus padre también ya le pondrían atención.

En el hospital un psicólogo le hacia preguntas pero ella no respondía nada por miedo, no sabia a que pero tenia mucho miedo y el doctor concluyo que tenia algún problema mental pero aun no diagnosticaba que era.


Cuando por fin recupero, seguía haciendo la misma rutina que había hecho antes del accidente, seguía sin asistir ala escuela pues ya estaba mas despreocupada por encontrarse a Paúl en el departamento pensaba que ya no le haría nada; entro al departamento que suerte no había nadie pero al entrar a su cuarto lo encontró dentro.

Este se lanzo sobre ella como una fiera insaciable, trataba de poner resistencia pero era más fuerte que ella, le arranco la blusa y empezó a tocar sus pequeños senos a un no desarrollados, la besaba, mordisqueaba y tocaba, en ninguna de las veces anteriores había tenido tanto asco como esa vez, estaba cansada que la tratara de esa manera, quería morir, tenia rabia. De una de sus mesitas agarro una bola de cristal que tenia de adorno y la estrello contra la cabeza de Paúl.

Se había roto la bola en muchos pedazos cortantes, Paúl había perdido el conocimiento y le salía sangre de la cabeza, había matado Paúl. En su desesperación y repugnancia tomo un pedazo del piso lo levanto a la altura de cara y lo vio fijamente, ahora era una pequeña asesina, pero no sentía ninguna satisfacción por ello se sentía demasiado sucia, aun sentía las manos de paúl tocando sus senos, los besos y los mordiscos, toma el pedazo de vidrio con fuerza y empieza a cortarse los pezones, no había sentido tanto dolor como cuando se quemo las manos, pero no podía para tenia que quitarse esa “marca” esa marca asquerosa que le había dejado.

Empezó a sangrar mucho, no dejaba de cortárselos, retiraba la piel poco a poco, lo hacia al mismo tiempo con los dos pues tenia miedo de perder el conocimiento y no completar su misión, la cama estaba llena de sangre y ella también, poco a poco iba perdiendo el conocimiento, no sentía su cuerpo ya no sentía nada, pero sentía satisfacción y felicidad de haberse quitado esa marca para siempre.

1 comentario:

  1. Un relato "asesino"... Bien... Sólo esas comas... Esas comas... Matan la "atmósfera" en partes.

    Saludos...

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